Autor: Giaquinto Cortado
Soporte: Lienzo
El nacimiento del Sol y el triunfo de Baco está considerada la pintura más bella y magistral que Giaquinto realizó durante su estancia en España al servicio de la corte del rey Fernando VI, a excepción de sus grandes decoraciones murales en el palacio real de Madrid. Giaquinto es quizás el artista italiano de más profunda huella en el ámbito pictórico español, debido a las obras que realizó en el país, su influencia sobre muchos pintores españoles y la permanencia de sus fórmulas. En su estilo se aprecia tanto la armonía como la voluntad de innovación, así como una excelente libertad con los pinceles, lo que le rodeó de un aura de modernidad. Su personal forma de pintar impulsó a sus seguidores a expresarse con un similar lenguaje rococó, caracterizado por las tonalidades nacaradas y cambiantes para crear formas de extremada delicadeza.
El lienzo muestra a un glorioso dios Apolo (el Sol) elevándose al cielo sobre su legendario carro tirado por corceles. Le preceden la Aurora, acompañada por ninfas que esparcen flores, y Céfiro, el dios del viento. Los deslumbrantes rayos de Apolo iluminan a Baco, que aparece en la tierra rodeado por un cortejo de ninfas y otros seres fabulosos tomados de la mitología griega: Ceres, Venus, Cupido, Vulcano, Diana, Pan, Galatea, etc.
Esta pintura es el boceto, muy elaborado, para el techo del Salón de Columnas del palacio real de Madrid, fresco concluido en 1762, reinando ya Carlos III. En un principio se pensó que ese amplio espacio albergaría la escalera monumental del palacio. Técnica e imaginación se unen en la elaboración de la escena, que resume la experiencia de Giaquinto en el apogeo de su madurez creativa. En su avanzada formulación barroca, de tendencia rococó, la composición combina la monumentalidad efectista napolitana, heredera de Luca Giordano y Francesco Solimena, con la delicadeza y los refinamientos del ambiente romano del siglo XVIII, dominado por un sutil clasicismo propio de Sebastiano Conca, maestro de Giaquinto en su etapa formativa.
Superando los convencionalismos, Giaquinto evita la habitual monotonía que domina en los asuntos mitológicos de la pintura de su época, para convertir a la escena en una fiesta de variadas tonalidades cromáticas, exaltación triunfal y vitalidad (Texto extractado de Luna, J. J. en: El Prado en el Ermitage, Museo Nacional del Prado, 2011, pp. 170-171).
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