miércoles, 25 de enero de 2017

APOLO EN EL CICLO TROYANO

Durante la guerra de Troya, Apolo se mostró como un firme defensor de los ejércitos del rey Príamo y un enconado adversario de los griegos. Cuando Agamenón se negó a devolver a la joven Criseida, capturada como esclava en una incursión de los ejércitos aqueos, su padre, el sacerdote Crises, pidió al dios Apolo que vengara la afrenta y enviara una catástrofe sobre los griegos. El dios escuchó la súplica de su sacerdote y envió sobre los griegos una terrible peste que causó entre sus filas una gran mortandad. Ante esta situación, el rey Agamenón consultó al adivino Calcante qué podían hacer para paliar la enfermedad. Calcante le reveló que la causa de la peste no era otra que la ira del dios Apolo, una ira que sólo desaparecería en el momento en que Agamenón devolviera a Criseida a su padre. El rey de Micenas aceptó la devolución de la joven, pero sólo si Aquiles le cedía a una de sus esclavas, la bella Briseida. Aquiles aceptó aquella exigencia, pero, sintiéndose insultado, decidió retirarse de la batalla junto con sus tropas, una decisión que resultaría fatal para los ejércitos griegos. La devolución de Criseida, sin embargo, logró que Apolo depusiera su cólera e hiciera remitir la peste que asolaba el campamento de los aqueos.


La intervención más célebre y decisiva de Apolo en la guerra se produjo cuando el dios, encolerizado por la prepotencia de Aquiles, dirigió la flecha que el príncipe Paris le disparó a éste, haciendo que la saeta se clavara en su talón, el único punto vulnerable de la anatomía del héroe. Aquiles murió como consecuencia de esta herida, causando una gran conmoción entre las filas de los griegos. Sólo la llegada a Troya del hijo del héroe, Neoptólemo, pudo suplir la ausencia de Aquiles.

Sin embargo, las relaciones de Apolo con los troyanos no siempre tuvieron este carácter tan positivo. Generaciones antes de la guerra de Troya, Apolo y Poseidón fueron condenados por Zeus a obedecer las órdenes del rey de esta ciudad, Laomedonte. El monarca les encargó que construyeran unas murallas que protegieran el perímetro de la urbe, y ambos dioses cumplieron su castigo. Sin embargo, una vez concluidos los trabajos, el rey se negó a entregar a los dioses la recompensa que les había prometido, motivo por el cual Poseidón, suponemos que con el concurso de Apolo, envió contra la ciudad de Troya un monstruo marino, que asoló sus costas hasta que Heracles lo mató.



Hubo otras ocasiones en las que Apolo se mostró especialmente duro con los troyanos. Cuando la princesa Andrómaca, hija del rey Príamo, era apenas una adolescente, el dios se presentó ante ella y requirió sus favores sexuales. La joven Andrómaca se negó a entregarse al dios, y éste, como castigo, le concedió a la princesa un regalo envenenado. En adelante, Andrómaca tendría el don de la profecía y podría ver todo lo que acontecería en el futuro. Como contrapartida, nadie creería las palabras de Andrómaca. Con este castigo como carga por su negativa a los requerimientos del dios, Andrómaca pudo prever la caída de la ciudad de Troya en el momento en el que el príncipe Paris puso un pie en el palacio de Príamo; sin embargo, tal como había vaticinado Apolo, nadie creyó a la princesa.

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