Cerbero tenía tres cabezas, si bien según algunas fuentes podría tener muchas más. Su cola era una serpiente y sobre su lomo se extendía una crin hecha con cabezas de serpiente. Su aliento y su saliva eran muy peligrosos y, al igual que Medusa, su mirada podía convertir a cualquiera en piedra.
Hades, el dios del mundo de los muertos, tenía a este perro para evitar que las almas huyesen de su reino. Cerbero también evitaba que entrasen los vivos. Uno de los Doce Trabajos de Heracles fue llevarse al perro de las puertas del Averno. Hades tuvo que aceptar, pero puso como condición que el héroe no utilizase ningún arma, para lo cual uso sus propias manos y se lo llevó a su patrón Euristeo, tras lo cual lo devolvió a su lugar entre los muertos.
Pese a la fiereza, fueron varios los que consiguieron burlar a tan temible bestia.
Orfeo, con su dulce música consiguió dormirlo.
Hermes también lo durmió, pero esta vez con las aguas del río Lete.
Orfeo, con su dulce música consiguió dormirlo.
Hermes también lo durmió, pero esta vez con las aguas del río Lete.
En la mitología Romana, Eneas también lo drogó dándole de comer tortas de miel, al igual que Psique, que usó el mismo método. Cerbero era hijo de Equidna y Tifón, y hermano de Ortro. El mito de perros como guardianes de los infiernos aparece también en otras culturas, como es el caso del perro ensangrentado de Garm, de la mitología escandinava. Quizás la referencia más famosa de Cerbero sea la de Dante en su Divina Comedia, en el canto VI del infierno
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